jueves, mayo 28, 2009

·La marca de la mano quedó esperando ser borrada, mas el frío no cedía a dejar atrás la huella que no desaparecía...

· El grito furioso se perdía en el frío y la oscuridad.
· El vidrio bruscamente se movió, dejando la marca de su mano convertida en una estela grotesca y mojada.
· Las gotas casi quedaban atrás, un par de miradas le seguían pocos metros antes de sumergirse en el negro contaminado de vapor.
· Los llantos se apagaban y ya se dudaba de su existencia.
· La señora con el niño en brazos ¿había sido solo un sueño?
· La ira de la gente se percibía, aun sin necesidad de oir un solo ruido.
· La lluvia se negaba a caer, dejando el agua esparcida en la noche invisible.
· Los huesos dolían de frío; alguien temblaba.
· El pavimento no era permitido a los ojos, era preferible quedarse en el lugar.
· El viento no se oía; prmanecía quieto, corriendo solo hacia adentro de su piel.
· El grito aun se oía, pero perdido para siempre.
· El vidrio reflejaba colores apagados, que resplandecían débilmente indicando desde dónde podría aun esperarse vida.
· Las gotas lo cubrían todo, y solo esperaban volverse escarcha, sobre el suelo, sobre el cielo. Sobre todos.
· Los llantos eran apagados por la niebla espesa, que no solo a los ojos impide ver.
· La señora erraba triste y lentamente en su cabeza, mientras cuestionaba su amor al prójimo.
· La ira de la gente ya era una con el temblor producido por el frío. Como caos pacífico. Como un estremecimiento atmosférico pasivo.
· La lluvia se retiró de su oficio. Sus gotas vivían ya en los órganos de la gente.
· El pavimento no respiraba nada. Su profundidad se había apagado. Solo temblaba.
· El viento acariciaba burlesco su rostro, y lo anestesiaba con besos repugnantes.
· El grito no podía salir de su cabeza. Y, ahogado con la caída, solo se oían sus manos chapoteando sobre el agua.
· El vidrio. Vapor por dentro. Agua por fuera. Las respiraciones entrecortadas ya no percibían la diferencia. Una desde afuera sí lo habría hecho.
· Las gotas se dividían hasta formar tan solo un rocío, que quedaba oculto en la noche privado de ser contemplado.
· Los llantos ascendían al húmedo cielo negro, tras el cual no había más que...
· La señora no existía. Y ya no había diferencia entre la muerte de un recuerdo y una muerte con piel tan helada y tiesa como los huesos que la afirman por dentro, para no caer un cuerpo entero, como alfombra al charco helado. Como limpiapiés forrado en piel, y hasta, tal vez, con un niño en brazos.
· La ira de la gente no logró prevalecer por sobre el frío vapor que les separaba.
· La lluvia. Que En Paz Descanse. Duerme tranquila como el dios panteísta.
· El pavimento no se distinguía de la noche. Todo negro, quieto, y tan solo un temblor, apenas perceptible...
· El viento, rendido, cayó a los pies de la lluvia muerta. Y solo, ya sin sentido alguno, perseguía la huella de la mano en el vidrio, que aun no se deshacía.

3 comentarios:

Gittana dijo...

Me disculpo por esta larga ausencia... Pero estoy de regreso para enterarme que fue lo que me perdi estas semanas!!!

saludos...

Miaecilla dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Miaecilla dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.