Sí, fue un buen día.
Después del viernes estresante los vi. La hora estaba ya acordada. Caminamos un rato bajo la lluvia que no caó nunca, pero la imaginamos. Los colores se veían tan limpios como no siempre suelen verse. El aire era liviano. Me sentía liviana.
Roberto nos llevó a su casa. En el camino la calle olía a feria, a verduras y patrimonio avinagrado. Tradiciones sobreestimadas. Los verdaderos aspectos locales bellos ya fueron olvidados. O existen ignorados por las masas.
Su casa olía a adolescencia. Compañeros, amigos y vecinos de su hermano menor realizaban una celebración etílica sobre algo que no comparto celebrar. En un principio me sentí incómoda. Pasaron un par de horas de canticos, jergas y bromas que no comprendía. Gracias a Dios(nisios) no hubo vómitos. Tal vez no me hubiese quedado.
Se fueron de a poco, la casa se vaciaba hasta que logré reconocer su particularidad ambiental. Era hermoso recordar viejos tiempos recientes.
Roberto nos avisó cuando ya los últimos pececillos desaparecían amontonados en un auto para que pudiesemos volver a caminar como después de aquella visita al bar rancio que nos vomitó harto ya de nosotros. Casi los mismos. Faltaba Sergio, es verdad; pero su cuerpo gordo encima mío por segunda vez no habría sido soportable. Trasnpirador profesional asqueroso. Estabamos bien como estábamos, bien.
Lucho, Carlitos, el Emerson, Cristóbal y Jesucristo. Yo. Claro.
Bebimos, mezclamos experimentamos como no recordaba desde la adolescencia.
Recuerdo con vividez lo importante. Olores, sabores, el roce de pieles ajenas y familiares. El asco del Cristóbal al asado. Carne asada, cocida, cruda. Mentes asadas, cocidad, y crudas solo una. Luchín Maquiavelo. AL final lo logró. Cerdo repugnante. Debo reconocer que es un ganador. Las sábanas, las vueltas, la puerta. Nada fue serio. La luz. Encendida, apagada. La cámara. El chantaje. La ropa en la cama con Luchín.
Nuevas drogas, nuevos tragos. Nuevos pensamientos pseudo-filosóficos. Apagada de tele.
Caí dormida en un sueño de los que no se recuerdan ni analizan. La casa nos volvía a acoger maternalmente. Pero no como madre. Sinom más bien como la prostituta del barrio que te ve como su hija. Se preocupa de tu salud, pero no se alarma si decides ser puta.
En la mañana algo que ya no se llama caña.
La ducha prestada, la llave medio mala. El espejo. "Te culie mientras dormiai" logré descifrar sobre mi muslo derecho mirandome al espejo con el cuello tan torcido como mi fin de semana. Plumón permanente. Se borraron las vocales tras la segunda ducha.
El desayuno tibio a medio enfríar. La lluvia cuando ya no se esperaba. Las risas. Los árboles deshojados tras la ventana.
El lunes vuelta a la consulta. Tres pacientes complejos. No sé siquiera si anoté bienn sus nombres. Aun da vueltas en mi mente la lluvia desubicada que llega a la mañana después de la fiesta.
Tal vez con Luchín en la lluvia habría sido interesante. Algún resfriado serio sumado a la edad me habría dado la licencia que realmente necesito. No pienso volver a contestarle el teléfono. Si me llama de uno público me complica. Podría ser tambén un paciente.
Martes: Haré un listado con los números de teléfono de los pacientes.
2 comentarios:
Publicar un comentario